Museo de Ciencia y Tecnología de Madrid
El Museo de Ciencia y Tecnología de Madrid es un museo gratuito donde tus pasar una mañana o una tarde con tus hijos, y donde además ellos podrán tocar, jugar, aprender y sorprenderse con todos los experimentos que hay allí.
El museo se ubica en el municipio de Alcobendas, en Madrid. Como nosotros estamos en Madrid, esta excursión la hemos hecho en coche. Para llegar, aquí tenéis el enlace de Google Maps. Y sus datos en su web.
Aunque la entrada al museo es gratuita para niños y para adultos, hay algunas actividades que se pueden contratar de forma adicional, como el pequeño planetario. Si queréis hacer alguna de estas actividades os recomendamos llamar por teléfono para conocer sus horarios.
Iniciamos la visita al museo por la planta de abajo, donde nos vamos a encontrar una exposición de diferentes aparatos tecnológicos que han sido revolución en su tiempo. Allí veremos aparatos de televisión, microscopios, ordenadores como el famoso Spectrum.
John Baird fue, en 1926, el primero en lograr enviar imágenes a través de las ondas. La señal se difundía a través de radio o cable. La primera retransmisión de televisión transatlántica ocurrió en 1928 entre las ciudades de Londres y Nueva York.
Los primeros televisores comercializados de tipo Baird aparecieron en la década de 1930. En aquellos aparatos la imagen se veía en negro y rojo, debido a la lámpara de neón que usaban. A partir de ese momento, los avances en electromagnetismo y el estudio de nuevos materiales, propició la aplicación de los tubos de rayos catódicos y pantallas fosforescentes.
Podremos ver diferentes tipos de microscopios electrónicos, y de otros aparatos interesantes, como máquinas de cine, tocadiscos, una locomotora de juguete, y algo que a mi personalmente me llamó la atención más que otros artefactos, porque formó parte de mi niñez, y es un ordenador Spectrum.
Entre todos aquellos artilugios antiguos se encontraba ese ordenador, con el que los niños de mi generación se pasaban las horas jugando y jugando.
Eso da un poco que pensar. Me refiero a que ese ordenador esté expuesto en vitrinas con objetos que llamamos antiguos, pero que realmente no lo vemos como tal. Viejo, si. Pero, ¿antiguo?
El tiempo pasa, sin duda. 🙂
Siguiendo el paseo por esta planta del museo, en la zona central y con cortinas de cadenas, hay una mini exposición de coches y motos antiguas. Entre ellos llama la atención una bicicleta de esas de rueda grande, y un coche de bomberos de tiro manual. Este coche de bomberos es de finales del siglo XIX, y logró que los bomberos pudieran enfrentarse a incendios de mayor magnitud, para los que hasta el momento era imposible abordar con cubos llenos de agua. El coche de bomberos consistía en una bomba aspirante impelente de accionamiento manual ubicada en el interior de un depósito de cobre. El modelo expuesto perteneció a una antigua fábrica azucarera y era transportado de un lugar a otro por los propios trabajadores.
Además, en la planta baja, también podemos encontrar una cabina que emula lo que ocurre en el interior de una cámara fotográfica. Para comprobarlo, se accede a esta cabina, que está completamente a oscuras, y en la parte exterior, una persona se sitúa delante de a cabina, a modo de modelo fotográfico, y al encenderse la luz, que actúa de flash, desde dentro puede verse la imagen exterior, pero girada verticalmente, y de forma tenue.
Hasta aquí la planta baja. Subimos ahora a la planta superior, donde se encuentran los experimentos que más gustarán a vuestros hijos.
Lo primero que nos encontramos al subir es una pared donde están expuestos diferentes elementos.
Se trata de la Tabla Periódica de los elementos, ordenada como nos la enseñaron en el colegio, pero mostrando cada uno de los elementos.
Tal vez esto no llame la atención a los más pequeños, pero cuando has tenido que estudiar alguna vez la Tabla Periódica, esta pared si que llama la atención, y merece la pena pararse unos instantes en ella.
Como hay tantas cosas en el museo, os contaré las que más han llamado la atención a mis hijos.
Lo primero es una bola de plasma. La bola de plasma tiene en el centro una bobina tesla que produce electricidad alterna, unos 5000 voltios con una frecuencia de 30.000 hercios. La electricidad que genera la bobina hace que los átomos alrededor adquieran mucha energía, chocando entre sí provocando que parte de sus electrones salgan despedidos. El interior de la bola está relleno con una mezcla de neón (95%), xenón (2,5%) y kiptón (2,5%). Las descargas eléctricas atraviesan el gas ionizándolo y calentándolo, haciendo que brille. Algo similar a lo que ocurre en los rayos. Cuando se toca el cristal, los iones del interior de la bola, circulan por tu cuerpo hasta llegar a la tierra. Esto hace que varíe la cantidad de los iones del interior de la bola y por tanto, es aspecto y la forma de los rayos.
El plasma es un estado de la materia que se forma cuando un gas se calienta a muy altas temperaturas, cosa que sucede en el interior de la bola.
Otro experimento que podemos encontrar en el museo es la explicación visual del Principio de Arquímedes, que dice que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido desalojado.
En el museo hay experimentos de todo tipo. Hay experimentos que a los niños pequeños no les llamarán demasiado la atención, pero si lo harán a los más mayores, como es el caso de este mismo, y otros que harán las delicias de los más pequeños.
Claro, a un niño de 6 años, no le puedes hablar del Principio de Arquímedes, pero si que puedes mencionar su nombre y leer un par de frases de la tabla explicativa, para que le vayan sonando estos nombres.
Con eso, la vertiente educativa de este museo, yo la daría por satisfecha.
En la imagen superior podemos ver varios experimentos que podemos encontrar en el museo. Podemos ver maquetas móviles de motores. En la imagen, un reactor de un avión. Podemos hacer experimentos con energías, con ondas, con la fuerza del aire, y algo que les encantó a mis hijos, fue el simulador de energía y de partículas que hay en una sala cerrada y en oscuras.
Otro experimento que llamó la atención de los niños es el de las poleas. El experimento consiste en intentar levantar un saco pesado atado a una cuerda y a través de un sistema de poleas. El primer saco pesa mucho, sólo tiene una polea. El segundo parece que pesa menos, y tiene dos poleas. Y el tercero hasta mi hijo de 3 años lo logró levantar un poco, y consta de un sistema de 3 poleas.
El peso de los sacos es el mismo en los 3, pero cuántas más poleas metamos en el sistema, más sencillo será levantarlo. Los niños se quedan con esa idea. Casi parece hasta magia.
Hay otro experimento que les encantó a los peques, del que no dejo la foto porque salió un poco desenfocada. Pero os digo en qué consiste. Se lanza una bola por un embudo gigante, al estilo de un remolino. La bola se va a acercando rodando al centro, curvas alrededor del centro, hasta desaparecer por el tubo del torbellino.
Hay otros experimentos interesantes, como los de las pompas de jabón, o el de cómo es capaz de volar un avión. Este experimento consiste en un trozo de ala en miniatura a la que un ventilador le dirige un flujo de aire, haciendo que el ala se eleve del pedestal donde se encuentra. El aire es capaz de sostener el ala, y por tanto al avión, por el mero hecho de pasar por debajo y por encima. Claro, esto es así por la curvatura del ala, pero es un experimento bastante interesante, par explicar a los niños que el aire que nos rodea es lo que sujeta a los aviones en pleno vuelo.
Hay un grupo de experimentos con láser para estudiar y explicar los fenómenos de la luz y los diferentes elementos que interaccionan con ella. Multitud de prismas, refracciones, y demás experimentos, incluyendo una transmisión sonora vía láser, pero el que más les llama la atención a los niños es este del que os dejo la foto abajo.
Como podéis ver, una luz se emite dentro de un chorro de agua. Cuando no hay chorro, la luz llega a su extremo opuesto iluminando con un punto el sitio donde colisiona con la pared. Pero cuando accionamos el mecanismo para que aparezca el chorro de agua, se ve cómo la luz queda atrapada dentro del chorro, y el punto que ilumina es aquel donde el agua choca con el suelo.
Es divertido, porque a medida que el chorro adquiere potencia y se va haciendo más grande, la luz viaja con él.
Otros experimentos que podemos encontrar en el museo son simulaciones de volcanes, de erosión, un simulador gráfico de la gravedad en diferentes cuerpos estelares, un simulador de un tornado, y otro de un torbellino de agua, la creación de una nube, la explicación del efecto Coriolis, y una ola que intenta explicar que las olas no hacen que los objetos en el agua avancen en una determinada dirección, sino que son otras fuerzas las que hacen esto. A los niños, claro, les gusta crear la ola pulsando el botón.
Siguiendo con nuestra visita nos encontraremos con una cámara de silencio. Consiste es una cabina cerrada, en la que entramos y hay un micrófono que recoge el nivel de ruido que somos capaces de hacer, y nos lo dice en decibelios. Tenemos una graduación que nos indica qué nivel de ruido estamos generando.
Pero sin duda, uno de los experimentos más interesantes para los más pequeños es el que os muestro en la fotografía de abajo.
El experimento se llama «modelando el paisaje». Lo que veis en tantos colores es arena de un solo color, pero que mediante una cámara situada en la parte superior del módulo genera una proyección que colorea la arena y dependiendo de la altura de los montículos de arena, le asigna unos colores u otros, generando las curvas de nivel para el terreno que estamos modelando. Los niños podrán hacer ríos, lagos, mares, montañas, valles, y es arena… Es imposible no pasárselo bien con la arena.
Otro experimento donde hay algo de arena, es uno en el que echamos un poco de arena encima de unas pequeñas planchas metálicas y las hacemos vibrar con un pequeño martillo. Las ondas sonoras formarán formas en las planchas. Pero a ellos lo que les gusta es que suenen. 🙂
En esta planta también tenemos una zona destinada a exposición de diferentes instrumentos, relojes y otras máquinas, entre los que voy a destacar un telescopio con silla, que podéis ver abajo.
Y para terminar este post, hay un experimento que todos los niños entienden, de todas las edades, y les gusta a todos. Se trata de la fuerza con la que puedes golpear un balón de fútbol.
Es sencillo, sólo tienes que dar una patada lo más fuerte que puedas al balón, que golpeará en una lona que transmitirá la fuerza del disparo a un marcador numérico en la parte superior de la lona.
Se forman colas para disparar al balón.
En definitiva, esta excursión es una buena idea para pasar una mañana o una tarde, de forma que los niños hagan algo especial, algo diferente, y que además aprendan cosas, a la vez que les metemos en la cabeza que los museos no tienen que ser aburridos, y que podemos pasar un buen rato en uno de ellos.
¡¡ Nos vemos en el siguiente post !!